¿Con qué fines estratégicos están invirtiendo China y Rusia inversiones multimillonarias en países africanos y qué recursos son de principal interés para ellos?
Los grandes estados tienen muchas herramientas para difundir su influencia en todo el mundo: desde cultura y alimentación, intercambio educativo y científico hasta préstamos e inversión extranjera directa (IED).
En dictaduras como Rusia o China, este tipo de iniciativas rara vez son privadas. En la mayoría de los casos, se trata de políticas coordinadas que se implementan con un objetivo a largo plazo: ganar control sobre recursos críticos o crear influencia sobre otros países.
Un ejemplo sorprendente es el uso que hace Rusia de la energía y los alimentos como armas. La situación puede ser menos clara en otros sectores. ¿Cuáles son los objetivos estratégicos de las inversiones multimillonarias de China y Rusia en África?
¿Salto de los tigres asiáticos a África?
Hay dos visiones sobre la inversión extranjera directa: desde el punto de vista de su proveedor y de su receptor. Desde la perspectiva de un inversor, la proporción de IED china y rusa destinada a África fue relativamente pequeña.
En el período 2003-2021, China invirtió casi 51 mil millones de dólares en países africanos, Rusia: 1,7 mil millones de dólares. Esto es sólo el 1,6% de la IED total de China en 2021 y menos del 0,5% de Rusia en cualquier año. Sin embargo, estas inyecciones financieras relativamente económicas tienen un impacto político desproporcionado.
Desde la perspectiva del receptor de inversiones (países africanos individuales), China es una fuente desproporcionada de flujos de capital. Por ejemplo, en Eritrea, Kenia, Zambia o Zimbabwe, China representa alrededor del 20% de toda la IED.
Sudáfrica y la República Democrática del Congo son los principales receptores de inversión extranjera directa china (12% y 10% del total en África, respectivamente) debido a sus importantes reservas minerales (litio y uranio).
Estos recursos son críticos para la transición energética y el desarrollo tecnológico. El creciente dominio de China sobre estos recursos podría cambiar la dinámica energética global y fortalecer su posición negociadora en el mundo.
La estrategia de Beijing demuestra su deseo de convertirse en la pieza central de la estructura económica de África. Según la Iniciativa de Investigación China África, China invierte predominantemente en construcción y minería y, en menor medida, en manufactura y otros sectores.
Importantes inversiones mineras podrían indicar que China se está centrando en obtener acceso a materias primas críticas, incluidos el litio y el uranio. La inversión persistente en estas industrias indica el deseo estratégico de la República Popular China de beneficiarse de la rica base de recursos de África y tal vez asegurar cadenas de suministro para sus propias industrias en el largo plazo.
La inversión china en litio, un componente clave para el sector de la energía verde, ha sido particularmente agresiva: los mineros y fabricantes de baterías chinos han invertido 4.500 millones de dólares en minas de litio en los últimos dos años y están liderando muchos proyectos africanos de litio en Namibia, Zimbabwe y Mali.
Beijing está en camino de tener la mayor parte de la capacidad minera de litio del mundo para 2025 y potencialmente controlar un tercio de su producción. Combinado con una participación significativa de la producción de cobalto (China Moly, Zijin Mining y otros controlan el 30% de la producción de cobre y el 50% de la producción de cobalto en África), esto coloca a China en una posición ventajosa para influir en las cadenas de suministro globales.
Aunque el control de China sobre la producción mineral africana en su conjunto representa menos del 7% del valor total de la minería africana, su influencia en los sectores mencionados es particularmente fuerte.
Las amenazas potenciales al control de China sobre la minería de litio, cobre y cobalto son multidimensionales. El dominio económico de China en estas industrias puede conducir a una situación de dependencia en la que los países africanos pierdan influencia a la hora de negociar condiciones justas, como se ve en los intentos del Congo de renegociar acuerdos de desarrollo de infraestructura con Beijing a cambio de minerales.
Desde una perspectiva política, la creciente dependencia de la inversión china podría conducir a un escenario en el que los intereses chinos influyan significativamente en la formulación de políticas en estos países africanos. Además, las normas ambientales y de seguridad en las operaciones mineras de propiedad china a menudo quedan eclipsadas.
La falta de regulaciones y supervisión estrictas puede conducir a la degradación ambiental y a malas condiciones de trabajo, lo que compromete cuestiones éticas y plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad.
A medida que China refuerza el control sobre la extracción y el procesamiento de minerales críticos, los llamados a la diversificación de la cadena de suministro son cada vez más fuertes. La comunidad internacional, especialmente los países occidentales, busca forjar una cadena de suministro de minerales crítica libre de la influencia de Beijing. Sin embargo, la ventaja de China en el desarrollo de infraestructura y las actividades financieras en África plantea un serio desafío.
El enfoque de Rusia
La IED rusa en África es estratégicamente selectiva y relativamente pequeña, pero significativa en términos de influencia geopolítica. Sus principales destinos, a juzgar por los limitados datos del Banco Central de la Federación de Rusia, son el Congo, Zimbabwe y Angola.
La cumbre Rusia-África de 2023 subrayó el deseo de Moscú de ampliar su presencia económica, centrándose en la agricultura, la minería y la energía, con el objetivo de duplicar el comercio para 2030. Sin embargo, la IED real procedente de Rusia es menos del 1% del total en África.
Rusia y sus empresas -Rosatom en el sector energético y Rusal en la industria minera- participan en proyectos que, aunque no son de gran escala en términos de inversión, tienen un peso político y estratégico significativo.
Estos proyectos a menudo involucran recursos críticos. En primer lugar, estamos hablando del uranio, que es clave para la energía nuclear y puede permitir a la Federación de Rusia obtener un control significativo sobre estos recursos. Por ejemplo, Rosatom está aumentando activamente sus reservas de uranio, incluso mediante la adquisición de un proyecto en Tanzania por 1,150 millones de dólares.
El control ruso sobre el uranio afecta no sólo a las materias primas, sino a todo el ciclo del combustible nuclear. Aunque Rusia es un productor relativamente pequeño de uranio “en bruto”, posee una parte significativa de la infraestructura mundial de procesamiento y enriquecimiento: alrededor del 40% y el 46%, respectivamente. Estas capacidades son fundamentales porque permiten que el uranio en bruto se procese para convertirlo en combustible para reactores nucleares.
Además, Rusia domina la exportación de centrales nucleares. En 2012-2021 inició la construcción de 19 reactores nucleares, 15 de ellos en el extranjero. Esto es mucho más que cualquier otro país durante el mismo período.
El control ruso de la tecnología de los reactores nucleares crea dependencia para los países que utilizan esta tecnología. Tal dependencia podría extenderse a los países africanos si deciden utilizar la tecnología nuclear rusa, y tendría consecuencias más amplias si Moscú controla importantes recursos de uranio en el continente.
La Federación de Rusia es también el principal proveedor de armas de África y controla la mitad del mercado. Este dominio, sumado a la participación de instrumentos asimétricos como empresas militares privadas, fortalece su influencia en el continente.
Aunque la presencia económica de Rusia en África no es tan extensa como la de China, su papel en el suministro de bienes estratégicos y equipo militar a los países africanos es un desafío multifacético. Si Rusia obtuviera el control de recursos críticos como el litio o el uranio, podría crear dependencias, influir en los precios del mercado y utilizarlos para ejercer influencia política, algo que está sucediendo en otras regiones.
Los riesgos potenciales de tales actividades son enormes. El control de recursos críticos por parte de un estado extranjero, especialmente uno agresivo, afecta la soberanía de los países y crea un desafío estratégico a escala global, ya que estos recursos son críticos para la transición energética verde y el desarrollo tecnológico en todo el mundo.
En lugar de salida
El tablero de ajedrez de los recursos africanos es dinámico y cada movimiento de Rusia y China podría cambiar el equilibrio del poder global. Los resultados de este juego geopolítico se sentirán más allá del continente africano y delinearán los contornos de las relaciones internacionales durante muchos años por venir. Las acciones de la Federación de Rusia y la República Popular China en África requieren atención y una respuesta estratégica que apoye el desarrollo sostenible y equitativo.
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